nuestra sociedad sincrética


Hablar de territorio conlleva hablar de población. El tiempo actual, postmoderno, paradójicamente al igual que el prehistórico, acoge en su sociedad grandes conjuntos de habitantes nómadas –eso sí, no son tribus-. El sistema capitalista vigente en el denominado primer mundo ha provocado un flujo de gente hacia los países que lo conforman. Esta corriente en muchas ocasiones es continua, es decir, un considerable número entre dichas personas más que emigrar migran: se establecen temporalmente en un lugar, se trasladan, regresan al punto de partida,... Cuando la fortuna les permite establecerse, asentarse en un sitio fijo, pasan a ser miembros de esa población. Las fronteras se han disuelto.

Canarias es claro ejemplo de esta situación. Los más jóvenes, los hijos de los “inmigrantes” – pero, ¿cuándo se deja de inmigrar?- se educan junto a los nuestros, se crían en el marco de nuestras costumbres, hablan como los nacidos aquí. Quizás el determinante nuestro no sea nada apropiado, puesto que corresponde más al absurdo regionalismo que tanto se potencia y que desatiende a la realidad de las islas: un territorio de sincretismo poblacional.